Veo venir
tu tijera psicótica
de cortar y cortar.
Porque nos conocemos.
Porque veo hincharse tu cara.
diciembre 12, 2006
noviembre 05, 2006
octubre 05, 2006
En su casa,
entre vasos copas velas
y compacts de Steely Dan.
Conserjes, invitados, tríos,
falsos bailarines de Gurdjieff,
colores de campos regados.
Alguien nos habla de economía,
de la vida en marte.
No escuchamos,
nos juramos quien sabe qué.
Promesas-desiertos-juegos.
Hasta que tu golpe en la cabeza
me despierta.
Salimos y recordamos.
El tango en Londres.
Cuando comía de tus manos.
entre vasos copas velas
y compacts de Steely Dan.
Conserjes, invitados, tríos,
falsos bailarines de Gurdjieff,
colores de campos regados.
Alguien nos habla de economía,
de la vida en marte.
No escuchamos,
nos juramos quien sabe qué.
Promesas-desiertos-juegos.
Hasta que tu golpe en la cabeza
me despierta.
Salimos y recordamos.
El tango en Londres.
Cuando comía de tus manos.
septiembre 19, 2006
septiembre 07, 2006
Llegamos en taxi, los dos con anteojos.
Los tuyos negros.
Entre saludos y empellones nos perdimos de vista.
Te perdí.
Fui hasta el backstage, revisé la carpa, tus botellas de agua,
y solamente encontré
viejas peleas por el disco de Tom Petty
que te regalé.
Saltaste al escenario sin red, aullando
Componiendo el vitraux de tu ausencia
Cromática en mi interior.
La luna llena en el estadio hacía más fría la noche.
Los tuyos negros.
Entre saludos y empellones nos perdimos de vista.
Te perdí.
Fui hasta el backstage, revisé la carpa, tus botellas de agua,
y solamente encontré
viejas peleas por el disco de Tom Petty
que te regalé.
Saltaste al escenario sin red, aullando
Componiendo el vitraux de tu ausencia
Cromática en mi interior.
La luna llena en el estadio hacía más fría la noche.
agosto 09, 2006
Hoy, tu wincofón se apago.
Dejaste el yunque y la pecera
En el fondo
Escapando al incinerador
Oliendo a hollín
Como un cartonero Báez
En carnaval.
Te aniquiló la visión de la conquista.
El territorio.
Las luces de navidad.
En la madrugada
Juntabas arroz que caía del cielo.
Te escuché entonar el himno.
No volviste a cantar.
Dejaste el yunque y la pecera
En el fondo
Escapando al incinerador
Oliendo a hollín
Como un cartonero Báez
En carnaval.
Te aniquiló la visión de la conquista.
El territorio.
Las luces de navidad.
En la madrugada
Juntabas arroz que caía del cielo.
Te escuché entonar el himno.
No volviste a cantar.
agosto 02, 2006
julio 31, 2006
julio 12, 2006
julio 03, 2006
junio 16, 2006
Vivíamos en La Gran Muralla.
Por entonces, nadábamos en el Yang Tsé.
Allí estaba el Gran Campeón Mao
lanzando salvavidas de libros rojos.
Tío Ho, un dromedario de ideas.
Y Pol Pot, que ganó publicidad
construyendo diques baratos con cadáveres.
Cuando el agua subió y nos contaminó
los doctores sentenciaron:
virus de izquierda, con gangrena de derecha.
Recomendaron amputar.
Cortar aquí. Cortar allá.
Quedó poco.
Con el desecho sanitario
rellenaron las tierras bajas del capitalismo
creando un gran cinturón ecológico.
Hoy, mandan Los Gerentes Saludables.
Que no tienen venéreas.
Ni el Partido Comunista Chino
pudo salvarnos aquella noche.
Por entonces, nadábamos en el Yang Tsé.
Allí estaba el Gran Campeón Mao
lanzando salvavidas de libros rojos.
Tío Ho, un dromedario de ideas.
Y Pol Pot, que ganó publicidad
construyendo diques baratos con cadáveres.
Cuando el agua subió y nos contaminó
los doctores sentenciaron:
virus de izquierda, con gangrena de derecha.
Recomendaron amputar.
Cortar aquí. Cortar allá.
Quedó poco.
Con el desecho sanitario
rellenaron las tierras bajas del capitalismo
creando un gran cinturón ecológico.
Hoy, mandan Los Gerentes Saludables.
Que no tienen venéreas.
Ni el Partido Comunista Chino
pudo salvarnos aquella noche.
mayo 31, 2006
"Unos hombres preguntaron si ud. vivía acá",
me dice la viejita.
Es la policía secreta que vuelve.
"Servicios", les llaman.
Creen que no sé que estan ahí.
Pero yo, los dejo en sus coches.
Con sus paseos nocturnos.
Sus guardias en la esquina.
Mientras bebo, tiro la ropa al piso
y sintonizo en la radio viejas melodías.
Voy a ducharme.
Estoy bastante sucio.
La piel golpeada.
Que me esperen.
me dice la viejita.
Es la policía secreta que vuelve.
"Servicios", les llaman.
Creen que no sé que estan ahí.
Pero yo, los dejo en sus coches.
Con sus paseos nocturnos.
Sus guardias en la esquina.
Mientras bebo, tiro la ropa al piso
y sintonizo en la radio viejas melodías.
Voy a ducharme.
Estoy bastante sucio.
La piel golpeada.
Que me esperen.
mayo 22, 2006
mayo 08, 2006
mayo 03, 2006
abril 24, 2006
Nos instalamos en la hostería
de la Mina I.
Corrimos desde al auto hasta el acceso
entre cómicos copitos de nieve.
Un cartel indicaba "cerrar la puerta"
para mantener templado del salón.
En las mesas
unos pocos,
esos afortunados,
que se divierten de tarde,
compartiendo chocolate caliente y tonterías.
De noche, el inconciente diluido en alcohol.
El punto justo para llegar a la habitación
en dos pasos y un desmayo.
Y ellos ahí se quedan, arrobados por el paisaje,
riendo a carcajadas,
murmurando comentarios
que no harían en la ciudad.
Imprevistamente,
se escucha una vieja canción de los Dire Straits.
de la Mina I.
Corrimos desde al auto hasta el acceso
entre cómicos copitos de nieve.
Un cartel indicaba "cerrar la puerta"
para mantener templado del salón.
En las mesas
unos pocos,
esos afortunados,
que se divierten de tarde,
compartiendo chocolate caliente y tonterías.
De noche, el inconciente diluido en alcohol.
El punto justo para llegar a la habitación
en dos pasos y un desmayo.
Y ellos ahí se quedan, arrobados por el paisaje,
riendo a carcajadas,
murmurando comentarios
que no harían en la ciudad.
Imprevistamente,
se escucha una vieja canción de los Dire Straits.
abril 17, 2006
marzo 28, 2006
marzo 22, 2006
Estan esos días en que llego tarde al trabajo.
Me distraigo en la estación.
Me retraso en casa leyendo el diario.
Pierdo tiempo en el desayuno.
También en el baño.
Son esos días
en que no presto atención al reloj.
No corro al tren.
Ni me preocupo por conseguir
un asiento libre.
Veo a la gente con otros ojos.
Incluso, llego a creer que son buenos.
Pero me dura poco.
Lo habitual es que llegue a tiempo.
Que no me distraiga.
Que busque con afán mi asiento.
Que choque mi cuerpo con ellos.
Que me sienta otro cuervo.
Me distraigo en la estación.
Me retraso en casa leyendo el diario.
Pierdo tiempo en el desayuno.
También en el baño.
Son esos días
en que no presto atención al reloj.
No corro al tren.
Ni me preocupo por conseguir
un asiento libre.
Veo a la gente con otros ojos.
Incluso, llego a creer que son buenos.
Pero me dura poco.
Lo habitual es que llegue a tiempo.
Que no me distraiga.
Que busque con afán mi asiento.
Que choque mi cuerpo con ellos.
Que me sienta otro cuervo.
marzo 17, 2006
Una mujer muy bella y sin edad
en la escalinata del auditorio
tropieza
y cae.
Le extiendo la mano mientras
recuerdo a Marlowe:
"Levántese preciosa, parece un pequinés"(*) .
Se incorpora con gracia,
aunque ya no importa.
Me dice en un suspiro:
"Chandler, 'El sueño eterno', página 100".
Tomamos juntos un café.
Intercambiamos teléfonos.
La mismísima Carmen Sternwood.
(*) "Get up, Angel, ...you look like a pekingese."
en la escalinata del auditorio
tropieza
y cae.
Le extiendo la mano mientras
recuerdo a Marlowe:
"Levántese preciosa, parece un pequinés"(*) .
Se incorpora con gracia,
aunque ya no importa.
Me dice en un suspiro:
"Chandler, 'El sueño eterno', página 100".
Tomamos juntos un café.
Intercambiamos teléfonos.
La mismísima Carmen Sternwood.
(*) "Get up, Angel, ...you look like a pekingese."
marzo 14, 2006
Enormes mangueras boas
abrazan tanques de gasolina
descargan combustible
y danzan su ritual.
Algunos conductores
estacionan sus T. Rex
unos metros más allá.
Descansan.
Se refrescan. Usan los baños.
Miran la tv del bar.
Piden agua para sus mates.
Vuelven al camino.
Los cuento. Seis en una hora.
Me interrumpen.
Traen en un plato
mi hamburguesa con papas.
abrazan tanques de gasolina
descargan combustible
y danzan su ritual.
Algunos conductores
estacionan sus T. Rex
unos metros más allá.
Descansan.
Se refrescan. Usan los baños.
Miran la tv del bar.
Piden agua para sus mates.
Vuelven al camino.
Los cuento. Seis en una hora.
Me interrumpen.
Traen en un plato
mi hamburguesa con papas.
marzo 07, 2006
2000 km al sur.
Las palas mecánicas
extraen petróleo.
Entre vegetación baja, raleada,
orinada por guanacos
que cruzan la ruta despreocupados.
Tomamos curvas rápidas cerradas
pegados al guard-rail dañado.
Pasamos camiones con acoplado
que transportan tubos como obeliscos.
Carteles
que anuncian pueblos de cinco casas.
Un cementerio
que recuerda los muertos olvidados.
Llegamos a la zona de lomas.
Con ráfagas de 80 km por hora.
Las nubes reflejadas en el espejo retrovisor.
En la radio suena
Entrando por la puerta exterior.
Las palas mecánicas
extraen petróleo.
Entre vegetación baja, raleada,
orinada por guanacos
que cruzan la ruta despreocupados.
Tomamos curvas rápidas cerradas
pegados al guard-rail dañado.
Pasamos camiones con acoplado
que transportan tubos como obeliscos.
Carteles
que anuncian pueblos de cinco casas.
Un cementerio
que recuerda los muertos olvidados.
Llegamos a la zona de lomas.
Con ráfagas de 80 km por hora.
Las nubes reflejadas en el espejo retrovisor.
En la radio suena
Entrando por la puerta exterior.
marzo 02, 2006
febrero 27, 2006
febrero 22, 2006
febrero 17, 2006
Me resistí a quitarle la ropa.
A que me quitara la ropa.
Me dediqué a hablarle de tierras,
de estrellas.
Ella no era Umma Thurman.
Le conté de guerrillas
y de robos a bancos.
Inventé historias de Beatles
y de canciones olvidadas.
De poetas chinos y fantasmas.
Ahora termina la noche,
entran los rayos del sol.
Y ella ya lo sabe,
yo no soy John Steed.
A que me quitara la ropa.
Me dediqué a hablarle de tierras,
de estrellas.
Ella no era Umma Thurman.
Le conté de guerrillas
y de robos a bancos.
Inventé historias de Beatles
y de canciones olvidadas.
De poetas chinos y fantasmas.
Ahora termina la noche,
entran los rayos del sol.
Y ella ya lo sabe,
yo no soy John Steed.
febrero 10, 2006
Dicho a Sam Shepard:
En ese motel, en esa ruta
Perdí la memoria. En compañía.
Recuerdo un cartel luminoso
De bienvenida
Un cenicero sucio
Un televisor encendido
con un relator de fúbol
afónico
gritando goles que no fueron.
Y una voz en el cuarto vecino.
Llamándome insistente.
Intenté hundirme en la almohada.
Desvanecerla en alcohol.
Ahogarla en la ducha.
No recuerdo más.
En ese motel, en esa ruta
Perdí la memoria. En compañía.
Recuerdo un cartel luminoso
De bienvenida
Un cenicero sucio
Un televisor encendido
con un relator de fúbol
afónico
gritando goles que no fueron.
Y una voz en el cuarto vecino.
Llamándome insistente.
Intenté hundirme en la almohada.
Desvanecerla en alcohol.
Ahogarla en la ducha.
No recuerdo más.
febrero 06, 2006
Los gigantes
Obreros de alquitrán
Sacan lustre a la ruta.
Camino del puente
En La banquina
Un auto con luces intermitentes.
Dos figuras se mueven en su interior.
No me detengo.
La esquina de Crotto
Languidece en su boliche
A lo lejos.
Un farol rojo encendido, perdido, lento,
Agoniza toda la noche.
Mejor esperar el día
Sin anuncios.
Aguardo en el peaje.
A un costado
Las luces apagadas.
Obreros de alquitrán
Sacan lustre a la ruta.
Camino del puente
En La banquina
Un auto con luces intermitentes.
Dos figuras se mueven en su interior.
No me detengo.
La esquina de Crotto
Languidece en su boliche
A lo lejos.
Un farol rojo encendido, perdido, lento,
Agoniza toda la noche.
Mejor esperar el día
Sin anuncios.
Aguardo en el peaje.
A un costado
Las luces apagadas.
enero 31, 2006
enero 30, 2006
enero 26, 2006
enero 19, 2006
enero 02, 2006
Despierto del sueño
en un pueblo con nombre demente.
Me reconozco de a ratos
husmeando una habitación gris
entre esteras menesterosas.
Un ventilador de tiempos de guerra,
ocupa un rincón.
Sus paletas doradas
asistieron doctores, ministros, diputados.
Un metrónomo a golpes de gota
hipnotiza.
El grifo de la ducha destartalado
sobrevive en un resto de porcelana.
Abajo, en la sala, un viejo
cuelga un cigarro de su barba sucia.
Sus ojos dicen que sueña puñales que apuñalar.
Ahora, el silencio atrona.
Me pega el viento al borde del lago.
en un pueblo con nombre demente.
Me reconozco de a ratos
husmeando una habitación gris
entre esteras menesterosas.
Un ventilador de tiempos de guerra,
ocupa un rincón.
Sus paletas doradas
asistieron doctores, ministros, diputados.
Un metrónomo a golpes de gota
hipnotiza.
El grifo de la ducha destartalado
sobrevive en un resto de porcelana.
Abajo, en la sala, un viejo
cuelga un cigarro de su barba sucia.
Sus ojos dicen que sueña puñales que apuñalar.
Ahora, el silencio atrona.
Me pega el viento al borde del lago.
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