abril 28, 2015

Cómo conocí a Raymond Carver

Entiendo a Carver.
Juro que lo entiendo.
También entiendo a Bukowsky.
Eso se explica porque eran amigos y se entendían entre ellos.
Como en el poema de Carver
“Vos no sabés qué es el amor
(una tarde con Charles Bukowsky)”.
Pero yo no lo conocía, entonces.
Me lo presentó
José Carlos Escudero, médico sanitarista
Y gran lector.
Una noche en Santa Fe,
No sé muy bien cómo, hablando de poesía.
Escapando a los rigores de los despachos de comisiones,
de la Convención Constituyente.
Porque él era Convencional, y yo asesor.
Los dos del bloque del Frente Grande.
Le nombré a los beatniks, a Corso y a Kerouac
Y él me preguntó, si yo había leído
A Raymond Carver.
Le dije que no, y me dijo: “tenés que leerlo”.
Lo dijo así, con autoridad, le hice caso y acá estoy.
Leyendo a Carver, buscando señales
en su poesía
y en su estadía en Rosario, en 1984.
Yo lo conocí 10 años después.
A Escudero, y ya lo dije, a Carver.
A Bukowsky no sé quién me lo presentó.
Me parece que Enrique Symns.
Pero lo entendí mejor con Carver.
Después de Rosario, claro.
Y de la cena en Santa Fe.
Carver tiene una poesía en la que sueña
con su viaje a Argentina.

abril 25, 2015

Leo poemas de Nicanor Parra.
Lo veo haciendo gestos, fulminando a las estatuas.
Recitando sobre sus viajes a Marte en zapatillas
Sus visionarios ojos relucientes
De platino obrero metalúrgico
Asaltante de bancos de sueños
Aventurero de vinos y licores
Entre amazonas gigantes y enanas rojas
Aborigen del siglo XX y del XXVI
Iluminador de sombras
De profundidades macrocéfalas
En ochocientos 52 ocasiones
Desenhebró vidas atadas
Bloqueadas, las liberó exigió
Decencia a sus almas
Bienparidas
Y escribió poemas
Los defecó y nacieron
Anémonas monstruosass
Fingió ser
Exiliado de los ángeles
Mutó hasta ser generaciones de niños
Lavó los pies de sacerdotes impíos
Se infectó
Y le brotaron metáforas
Que acogió en su cuerpo
Vomitó dando brincos
En ciénagas de cielos
Agobiantes
De perdedores y dementes
cuando ahí lo vimos
Mirándonos fijamente
Apuntándonos con su dedo meñique
Deforme, un plato de sopa,
Gritándonos y asustándonos
Que esta vida, dijo,
Ya estalló.

abril 17, 2015

Soñé con la Guerrilla de Marilyn.
Hembras en tacos aguja como arpones
Con lenguas de ballesta, afiladas,
Lanzando palabras que hieren Dioses.
En sus Piernas de Nefertiti
bajo un Nilo vibrante
portando polleras de fragmentación.
Un ejército con almas y corteza de savia.
Van invisibles entre combates
Que los hombres eluden.
Yo las veo en mis sueños
Doradas
Caminando sin descanso los desiertos
Sus voces dándole órdenes a la vida.
Sus largas cabelleras conduciendo al viento.
Escucho sus llamados en la madrugada.
Y las veo, gloriosas en sus mundos
Aún los del dolor, poderosas herederas.
Y voy entre ellas, sin saberlas,
atento, no pierdo detalles.
Algún día pienso hablarles.
Vamos por caminos agrestes
un poco en auto un poco a pie
subimos, bajamos, pateamos piedras
tropezamos
desbarrancamos
nos abrazamos.
Creés que lo hace a propósito
cuando bloquea tu paso
recogiendo cartones con su carro.
Y que odia a tu clase, cuando te retrasa.
Pero él no piensa en vos
ni te recuerda
porque viene de andar 40 cuadras
empujando el carro
y tu paso es su última preocupación.
Aún le falta andar otras cuarenta
para regresar al barrio.
Tus minutos perdidos
son como un viaje a Marte.
Tu malestar,
sus dientes que le faltan.
El asiento de tu auto
sus 80 cuadras diarias, empujando.
Tu hora de salario
su comida de un mes.
Repito tu nombre ocho veces, nueve.
Luego diez.
Y tiro la cadena.
En el remolino, se van
Tus historias
Tus manteles a cuadros
Tus reclamos por la boleta de luz.
Siguen allí, los restos de comida.
Y los perros felices
Haciendo puzzles.
Por el inodoro se van
Tus sueños de autos grandes
cheques de viajero
hoteles de clubes compartidos.
Ahí se va,
El anillo de tu verano en Oriente.
Mientras, sube el nivel del agua.
Se estabiliza como un lago.
Todo higiénico.
Y sin anestesia.

abril 10, 2015

En el fondo quiero saber
Conocer el sentido de las cosas
Su destino final
dónde duermen nuestros sueños
Eternos en su mundo otro
En su torrente
De vidas como acuarelas que se borran.