abril 24, 2012

Escucho, desde el baño del hotel.
Las voces suben y bajan
imperceptibles ahora, luego claras.
Acusan, señalan faltas
se despiden
reencuentran
en el sufrimiento, llanto
una lágrima, un aullido
muebles que se mueven
rayan pisos
marcan cuerpos
alguien tropieza,
se golpea
cae contra la pared
rebota
pierde un grito suelto, huérfano,
mientras
yo en la bañadera
sepultado en aguas
inmóvil
creo verlos
trabados en lucha
en palabras
"dijiste", "otra vez", "por qué", "nadie",
y un tunel de silencio
en la habitación.
Hasta el ruido bajito del sexo
que siempre reinicia en la madrugada.