noviembre 10, 2011

Con mi libertad condicional
no puedo hacer mucho.
Por ejemplo, no puedo cantarte el arroz con leche
cada mañana.

Ni hacerte tostadas con pan de centeno,
aunque esten quemadas...
O ponerte azúcar, y comer tu miel.
Pero se me permite prepararte la ducha
y mirar tu silueta
por la cortina traslúcida.
Luego, pasarte una toalla (si pedís).
Ese es el castigo.
Màs tarde, puedo regresar al pabellón.